La primera crítica constructiva que recibí de este blog fue: es todo muy rosa. La segunda fue: mientras no te cambies de jersey hará conjunto.

Me gusta el rosa, el rosa es el color preferido de las chicas y es femenino… o eso creía. Porque la estadística ha llamado a mi puerta y me ha desvelado una terrorífica verdad: sólo el 3% de las mujeres dicen que el rosa es su color preferido. Así pues, soy un bicho raro… vestido de rosa.

Empecé a indagar sobre el tema y llegué al concepto de la “pink tax” que es la diferencia que hay en el precio de un producto dirigido a mujeres y otro dirigido a hombres simplemente por el hecho de ser de color rosa.

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Así que, muchos productos que existen en el mercado destinados a mujeres son de color rosa y cuestan más caros que el resto pero está demostrado que no es nuestro color preferido… que esta fallando aquí?

Conocí a Gemma Cernuda en un acto solidario, enseguida me sentí atrapada por su proyecto de branding y comunicación en femenino. Gemma explica muy bien uno de los principales problemas que hay en el marketing actual: Las mujeres toman el 80% de las decisiones de compra del mercado. Influyen en el 60% de la compra de coches en el mundo. Pero quien crea los productos y las campañas son mayoritariamente hombres y en masculino.

Así pues las mujeres tenemos un reto: saltarnos ese peaje que se nos impone simplemente por el hecho de ser mujeres. Como afirma Gemma: puedes ser parte del problema o parte de la solución. ¿Y cual es la solución? Comprar las alternativas destinadas al público masculino, penalizar a las marcas que siguen esa estrategia (en el Tumbrl de Womantax suben fotos de productos con esta diferencia de precio) y favorecer a las marcas que no discriminan por género.

Yo me comprometo a hacerlo, y no porque no me guste el rosa, sino porque no quiero pagar más caro el privilegio de ser mujer.

 

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