Me despierto, miro el móvil y Google me dice el tiempo en Banjul. Facebook me recuerda que hace 8 años empezó mi aventura con la ONG Africa, Stop Malaria. Miro el WhatsApp y tengo fotos impresionantes del grupo de voluntarios que hoy vuelve a Barcelona. La historia se repite y yo me siento afortunada de poder vivirla.
Dejo un mundo de tecnología y me voy al continente de las sonrisas, de los abrazos y de los jembes. Pero también de las enfermedades olvidadas, o como decía un conocido doctor: las enfermedades que no nos importan. Llevo 150 mosquiteras en el equipaje, son para combatir la malaria. La malaria se erradicó de España en los años 60, pero sigue matando 500.000 personas al año, principalmente niños menores de 5 años y mujeres embarazadas de África subsahariana. Es, por tanto, una enfermedad de pobres y eso me cabrea.
La malaria se puede prevenir y se puede curar. Creo que no hacen falta más palabras.
Ya sé que el mundo no se cambia de un día para otro, pero SÍ que se cambia con el día a día. Que no os engañen, se puede cambiar. Lo veo cada año en Gambia y lo veo cada día con BonDiaMon.
Desde personas famosas como Love of Lesbian o Marc Pinsach a personas anónimas como Ari, la chica que me lleva hoy al aeropuerto. Todas ellas están cambiando el mundo con pequeños gestos, cada uno aporta un poquito y entre todos creamos una red que cruza todo el planeta, una gran familia. Y si, ya se que son los 4 poderosos los que mandan en este planeta, pero no lo olvidéis: nosotros somos más y más listos.
Os mandaré pedacitos de Gambia siempre que la brecha tecnológica me lo permita. Abaraka bake!