Tuve la gran suerte de poder viajar una semana a Gambia y Senegal a conocer diversas Fundaciones que están cambiando el mundo. Que hacen? Pues escolarizar niños huérfanos y pedir que se respeten los derechos de las mujeres. Algo que parece tan obvio aún es necesario reivindicarlo en muchos países africanos. También el amor, el derecho a escoger a tu pareja libremente. Todavía en 38 países de África está penada la homosexualidad, aunque Gambia y Senegal no son de los más estrictos aún queda mucho trabajo por hacer. Lo más curioso es que parece ser que la homofóbia fue introducida por el colonialismo, como explica en este artículo el periodista Oñez Ayuso, y aprovechada por líderes políticos y religiosos en su afán de poder.

Es la primera vez que este tema me afecta en primera persona, la primera vez que no puedo comportarme de manera natural con mi pareja y la primera vez que he sido consciente de la represión a las que están sometidas miles de personas por el simple hecho de enamorarse de personas y no de sexos.

El amor no entiende de género.
El amor no entiende de género.

La revolución llega a Gambia y tiene nombre de mujer

«Yo no pertenezco a la cocina» esta frase me devolvió la esperanza mientras transitábamos de noche por una carretera polvorienta a 40 grados de temperatura. La voz de Salimatou Fatty, una joven activista por la escolarización de los niños y los derechos de las mujeres, siempre irradia energía. Con tan sólo 23 años esta chica ha creado su propia fundación: Salimatou Foundation for Education.

No siempre comprendida por sus amigos y su familia, Salimatou continua luchando a diario por derechos que son fundamentales aún a expensas de no tener tiempo de comer a mediodía.

Salimatou Fatty la esperanza de Gambia.
Salimatou Fatty la esperanza de Gambia. Foto: Aitor Acordagoitia.

Kalilu Jammeh y el ejemplo vivo de la pesadilla de las migraciones

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Kalilu Jammeh. Foto: Aitor Acordagoitia

Kalilu Jammeh es una persona que transmite paz, tiene una manera de hablar pausada y tranquila. A su lado Herminia Nubiola, un torbellino de energía. Juntos llevan la Fundación Kalilu Jammeh para la escolarización de niños huérfanos en la provincia de Jirong, en Gambia. Estuvimos compartiendo unos días con ellos, visitando la escuela y el proyecto de los huertos, así como el primer jardín botánico de plantas medicinales de Gambia. Increíble la gran labor que están haciendo que se ve reflejada en la sonrisa de cada niño/a que ahora puede ir a la escuela.

La Fundación Kalilu Jammeh en los huertos de Jirong, Gambia.
La Fundación Kalilu Jammeh en los huertos de Jirong, Gambia.

Pero hasta llegar aquí Kalilu tuvo que pasar primero por el gran infierno que supone migrar a Europa de manera ilegal, de la única manera que les dejan a ellos.

Admirar. Foto: Hector Escorial.
Admirar. Foto: Hector Escorial.

Su libro El viaje de Kalilu es un homenaje y también un recordatorio de todas las personas que siguen perdiendo la vida en el desierto o en el mar intentando llegar a un sueño imaginario.

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Herminia Nubiola dando de comer a los niños de la escuela.
Los superhéroes viven en Jirong

…y gracias a la Fundación Kalilu Jammeh ahora pueden ir a la escuela.

superheroi batman gambia

Noe Gaya también vino a África

Noe Gaya, una de mis superheroinas preferidas estuvo presente en muchos de los granitos de arena que aportamos para cambiar el mundo: llevó dos sillas de ruedas, escolarizó a dos niñas de la Fundación de Kalilu  y su cuento fue escuchado por muchos niños y niñas de la escuela de Camins Solidaris. El siguiente paso será llevarle África a la habitación de Noe (prepara’t reina que portarem molt calor humà africà).

Gracias a Noe Gaya, Bubacarr tiene ahora una silla de ruedas :)
Gracias a Noe Gaya, Bubacarr tiene ahora una silla de ruedas 🙂

ARI, AITOR Y HECTOR, 3 ANGELES CARGADOS CON CÁMARAS

Conocer la realidad africana es sencillo cuando viajas, pero saber plasmarla para traerla a Europa no es tarea fácil.

Ari, Aitor y Héctor cargaron con kilos el material fotográfico durante todo el viaje para traeros cada sonrisa, cada palmada, cada lágrima y cada palabra de agradecimiento que veíamos en Gambia y Senegal.

Gracias chicos por vuestro trabajo y sobretodo por vuestra pasión. Aunque siga disparando en modo automático he aprendido mucho de ese entusiasmo que tenéis por la fotografía.

Abaraka bake!